La precariedad económica de las familias en las zonas rurales, unida al hecho de pertenecer a la casta de los «intocables», sitúa a los ancianos y a las personas con discapacidad en un estado de vulnerabilidad atroz.
Cuando las familias sufren escasez extrema, como medida de supervivencia para el resto de miembros de la familia, los ancianos y discapacitados son apartados del ámbito familiar, relegados a una situación de abandono y pobreza extrema.
A través de este programa garantizamos que puedan vivir bajo un techo, comer diariamente, abrigarse y ser atendidos por un médico, es decir, tener lo mínimo necesario para sobrevivir.
Los alumnos de primaria y secundaria participan activamente en este proyecto haciendo compañía a los mayores y discapacitados que forman parte de Dada-Dadi e invitándoles a las celebraciones que se realizan en la escuela. De esta manera, los alumnos aprenden a ser solidarios, a respetar a los mayores y a las personas más débiles o con problemas físicos, a ser generosos con su tiempo, a ser bondadosos. Es decir, ponen en práctica la educación en valores que reciben en la escuela.
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